International Development Law Organization

Honduras and El Salvador: exchanging experiences of penitentiary systems

Languages: English, Español

Notorious for its overcrowded prisons, El Salvador has the third highest prison population rate worldwide. Across the country’s 25 detention facilities, occupancy levels – based on official capacity – have reached 350%. And the situation has deteriorated dramatically over the past 15 years, as the number of prisoners has grown from under 8,000 prisoners in 2000 to over 38,000 in 2016.

In the face of such complex challenges, El Salvador is implementing innovative approaches to manage its prisons and design effective re-integration programs. A national program called ‘Yo Cambio’ rolled out in 2014 has been successful in supporting the rehabilitation of prisoners and their re-integration into society through vocational training and activities.

The penitentiary system in its neighbouring country Honduras faces many similar difficulties. To encourage knowledge exchange, IDLO facilitated a visit to El Salvador for government representatives from Honduras, namely from the Ministry for Development and Social Inclusion, the National Penitentiary Institute and the Defence and Security Cabinet.

The visit took place within a broader framework of strengthening South-South cooperation in Central America and as part of a five-year IDLO program supported by the U.S. Department of State to improve access to legal aid services and develop rehabilitation and reintegration services for detainees and prisoners. By enhancing the legal response to both victims of violence and offenders, IDLO’s program aims to increase communities’ confidence in the justice system and their ability to access justice, ultimately contributing to a reduction in homicide in the country.

The small delegation visited the Apanteos prison in Santa Ana, chosen due to its cash-free system which allows for prisoners’ remuneration and transactions to be processed through a credit-based scheme. The objective of the scheme is to reduce levels of corruption and money-laundering by eliminating cash flows inside the prison.

This micro-economy works thanks to a comprehensive registration system, which uses prisoners’ ID numbers and photographs to identify them and individuals associated with them. Prisoners can earn credit by working in the prison, and are entitled to receive US$50 worth of credit per month from a limited number of pre-registered family members outside.

The Honduran delegation also learned about rehabilitation schemes at Apanteos, which cover a range of activities to keep prisoners occupied and help them develop skills. Activities include both paid employment and leisure activities – anything from raising chickens and shoe-making to painting and cooking.

Carlos Cerrato, a technical advisor for the Honduran Defence and Security Cabinet and member of the delegation, said he was “really struck by the dedication of the prisoners and prison staff to the ‘Yo Cambio’ program”.

“The most challenging aspect of designing an effective re-integration program for prisoners is to define their profiles and needs – whether psychological, social, physical or intellectual,” Mr. Cerrato commented. “This allows for a personalized approach to rehabilitation, while also considering what’s best for the community.”

Andrea Vera, an IDLO consultant and international expert on penitentiary systems, highlighted why calling a program of social reintegration into the community ‘Yo Cambio’ [‘I change’ in English] can be such a powerful statement. “Reinsertion is a matter of personal commitment, subject only to each person’s will to change,” she said. “What we have learned will help us design a Honduran model for individualized prisoner treatment plans.”

Both Honduras and El Salvador are member parties of IDLO. The visit gave government representatives an opportunity to discuss common rule of law priorities as well as similarities in IDLO’s program activities in the two countries.

 


 

Honduras y El Salvador: intercambio de experiencias del sistema penitenciario  

El Salvador tiene la tercera tasa más alta de población carcelaria en el mundo con una situación que se ha deteriorado dramáticamente en los últimos 15 años. De hecho, en el país, sobre una población de 6,345 millones habitantes, la población privada de libertad alcanza 38,641 personas, de los cuales el 70% son menores de 45 años.

Ante desafíos tan complejos, El Salvador está implementando enfoques innovadores para administrar sus cárceles y diseñar programas efectivos de reintegración. Para fomentar el intercambio de conocimiento entre países, IDLO facilitó una visita a El Salvador para representantes de la Secretaria de Desarrollo e Inclusión Social, del Instituto Nacional Penitenciario y del Gabinete Sectorial de Seguridad y Derecho de Honduras.

Esta visita se desarrolló dentro un marco más amplio de fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur en América Central a través de intercambio de buenas prácticas y experiencias exitosas y como parte de un programa IDLO de cinco años respaldado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos para mejorar el acceso a los servicios de asistencia jurídica y desarrollar servicios de rehabilitación y reintegración para detenidos y presos en Honduras. Al mejorar la respuesta legal tanto a las víctimas de la violencia como a los delincuentes, el programa de IDLO busca aumentar la confianza de las comunidades en el sistema de justicia y su capacidad para acceder a ello, contribuyendo finalmente a una reducción de los homicidios en el país.

Durante la visita al Centro Penal de Apanteos de Santa Ana, se conoció la estructuración del programa 'Yo Cambio' que se ha convertido en un modelo de gestión penitenciaria que permite a la población privada de libertad obtener herramientas y conocimientos que faciliten su reinserción en la sociedad.  

Este centro penitenciario desarrolla un sistema que se denomina 'tiendas sin dinero'. Esta práctica, cuyo objetivo es evitar la circulación de dinero y por ende reducir los niveles de corrupción al interno del penitenciario, está basado en un sistema informático (SIPE) que permite crear una identificación numérica para cada persona privada de libertad que ingresa al sistema penitenciario.

Esta identificación incluye informaciones relacionadas con datos personales, procesales y una cuenta corriente individual. El crédito que puede llegar a un máximo de 50 dólares mensuales se puede adquirir a través de depósitos por parte de un máximo de cinco familiares, previamente registrados y del trabajo remunerado que la persona privada de libertad desempeñe dentro del centro penitenciario. Con el dinero mensual, la población privada de libertad puede hacer pedido de comidas especiales a la cocina del centro penitenciario, puede comprar azúcar, dulces, gaseosas, artículos de limpieza y hacer llamadas telefónicas. Estas acciones, que sirven a mantener a los prisioneros ocupados y ayudarlos a desarrollar habilidades - desde criar pollos y zapaterías hasta pintar y cocinar - están a la base del modelo 'Yo Cambio'.

Carlos Cerrato, asesor técnico del Gabinete Sectorial de Seguridad y Defensa de Honduras, realmente impresionado por la dedicación de los privados de libertad y por el personal penitenciario del programa 'Yo Cambio' comentó que “frente al aspecto más difícil en diseñar un programa de reintegración eficaz para los presos, o sea definir sus perfiles y necesidades, ya sean psicológicos, sociales, físicos o intelectuales, el programa permite un enfoque personalizado de la rehabilitación y al mismo tiempo considera lo qué es mejor para la comunidad”.

'Yo Cambio' empezó en marzo 2010 con un proceso que acabaría demostrando que una mejor sostenibilidad de los procesos y por ende mayores condiciones para la reinserción y rehabilitación social son posibles y que sus resultados son visibles a través de una dinámica de trabajo en la que a partir de la integral colaboración entre población privada de libertad, administración y familias se ha logrado combatir el ocio carcelario y generar capacidades del recurso humano en los centros penitenciarios.

Andrea Vera, consultora de IDLO, experta en materia penal penitenciaria, también admirada por este programa, resaltó como “llamar a un programa de reinserción social en la comunidad 'Yo Cambio' sea ya de por si una declaración fuerte. La reinserción es una cuestión de compromiso personal, sujeta solo a la voluntad de cambio de cada persona.”

Tanto Honduras como El Salvador son partes miembros de IDLO. La visita brindó a los representantes del gobierno la oportunidad de debatir sobre las prioridades comunes del estado de derecho, así como las similitudes en las actividades de los programas de IDLO en los dos países.